
Esta primavera hice una escapada “slow” maravillosa que me apetece compartir contigo.
Buscábamos un par de días de desconexión en un lugar tranquilo y en contacto con la naturaleza. Nuestra búsqueda nos llevó a alojarnos en una casita súper chula en el encantador pueblo de Espinaredo, perteneciente al concejo de Piloña (Asturias).

Espinaredo (Espinaréu en asturiano) es un pueblo pequeñito que destaca por poseer gran cantidad de hórreos y paneras conservados en muy buen estado. El hórreo más antiguo se remonta al año 1548.
Hórreo: Construcción de madera que antiguamente servía como almacén de la cosecha. Se encuentra elevada sobre grandes pegollos (apoyos normalmente de madera o piedra) para proteger a los alimentos de la humedad, así como de roedores y otros animales.
Diferencia entre hórreo y panera: Los hórreos tienen 4 pegollos y las paneras tienen 6 (también he visto alguna de 8).
La Casita de Olivia en Espinaredo
El lugar que elegimos para alojarnos en Espinaredo fue La Casita de Olivia. Una casa pequeñita, totalmente equipada y a la que no le falta detalle. ¡Una preciosidad!
La casa tiene dos plantas. En la parte baja se encuentra la cocina con todos los electrodomésticos y menaje necesario para cocinar, una mesa para comer, zona de saloncito con sofá y una estufa de pellets.

En la planta superior con techo abuhardillado está la habitación y el baño. La habitación tiene una puerta por la que se accede a un pequeño y estrecho balconcito.


Una de las zonas que más disfrutamos, fue la parte exterior de la casa. Junto a la entrada hay una mesa con un par de sillas, ideal para sentarte a tomar una tacita de té con vistas a la montaña.

Tanto la anfitriona Silvia, como Nati que fue la persona que nos recibió en la casa, fueron muy atentas en todo momento. Un placer encontrarse con gente tan maja.
Un paseo por Espinaredo
El primer día lo dedicamos a explorar el pueblo, paseamos por sus calles tranquilas, entre hórreos y casas bonitas. Disfruté un montón haciendo fotos a todos los rinconcitos chulos que encontraba a mi paso. Al ser primavera, había un montón de flores.


Descubrimos la Iglesia de Santa María de las Nieves y nos asomamos al río Espinaredo que divide al pueblo en dos.


Ese día comimos en un restaurante del pueblo “El Rincón de Espinaréu”. Lo más curioso es que ¡el comedor se encuentra debajo de un hórreo! Mola ¿verdad?

Comimos chorizo a la sidra y fabada. ¡Todo muy asturiano! Y muy rico.

Por la tarde, aprovechamos para dar un paseo por los alrededores del pueblo. Descubrimos un sendero junto al río e hicimos una pequeña excursión.

Cuando regresamos a la casa, abrimos una botella de sidra que nos dejaron como regalo de bienvenida. La disfrutamos viendo atardecer desde la mesita y las sillas que hay en el exterior de la casa. Fue maravilloso observar cómo el sol se ocultaba detrás de las montañas.

Al desaparecer el sol, comenzó a refrescar y nos resguardamos en la casa. De hecho, en el mes de mayo se sentía algo de frío por la noche. Tuvimos que encender un ratito la estufa de pellets mientras preparábamos la cena y nos tomábamos una infusión antes de subir a la habitación.
Área recreativa La Pesanca
¡El segundo día fue muy chulo! Nos levantamos y disfrutamos de un desayuno tranquilo antes de comenzar nuestra excursión.

Fuimos al área recreativa La Pesanca. Se encuentra a tan solo 8km de Espinaredo. La carretera es bastante estrechita y al llegar encuentras una zona de parking para dejar el coche.
Nuestro plan fue hacer una ruta en dirección al pico Vízcares. Una vez aparcado el coche, cruzamos el puente sobre el río del Infierno y seguimos el sendero que discurre junto al río.

El camino fue maravilloso, rodeados de vegetación, entre montañas, bosques, cascadas, pozas de agua y fuentes naturales. ¡Un auténtico paraíso natural en su forma más salvaje!
Creo que es la ruta más bonita que he realizado este año, me sentí totalmente conectada con la naturaleza. No se describir la sensación de paz y armonía que experimenté ese día.

Conectar con la naturaleza: beneficios y prácticas.
Durante el camino perdimos totalmente la cobertura del teléfono y creo que solo nos cruzamos con dos personas. ¡Desconexión total!
Al no tener internet y no poder abrir el mapa para ver la ruta, simplemente seguimos el paseo por el camino principal, siempre escuchando el sonido del río y las aves, embriagados por el perfume de la naturaleza.
Al regresar de la ruta, fuimos al coche para recoger la comida que llevábamos preparada e hicimos un picnic en las mesas del área recreativa. Nuestros compañeros fueron los árboles centenarios (robles, castaños, helechos…) y la banda sonora corrió a cargo de los pajaritos.

La zona de merendero tiene varias mesas, bancos de madera y alguna parrilla para hacer barbacoa. Se respira una energía muy especial entre árboles y montañas.

Después de comer, cruzamos la carretera y bajamos hasta el Arboreto de Miera, un paraíso que acoge diferentes especies arbóreas entre los que se encuentran robles, hayas, nogales, castaños, abedules, pinos, abetos… Y una pequeña cascada súper bonita.

Tiempo de relax y autocuidado
Ya cargados de energía, regresamos a Espinaredo. Allí un vecino nos preguntó si nos gustaban los limones, se dirigía a recoger unos cuantos a un limonero que había cerca. A la vuelta, nos regaló varios de ellos. ¡Me encanta ese sentimiento de familia que hay en los pueblos pequeños!

Lo más curioso es que los limones eran de color naranja. Nos hicimos un zumo para probarlos y estaban buenísimos. Tenían un toque dulce delicioso.
Esa tarde fue muy “slow”, la pasé leyendo tranquilamente en la calle mientras tomaba una infusión calentita. Después, me dediqué un rato de autocuidado con algunos productos que había llevado para el tratamiento de la piel y el cabello.

La Casita de Olivia fue un refugio muy acogedor durante esos días. Disfrutamos mucho de la estancia.
Senda de la Peridiella, un lugar mágico
A día siguiente, nos despedimos de Espinaredo y pusimos rumbo a Infiesto. Allí recorrimos la Senda de la Peridiella. ¡Un camino mágico!
La ruta comienza en la Virgen de la Cueva, un santuario súper chulo que se encuentra cobijado en una enorme roca que le da el aspecto de cueva. Ese día se celebraba una boda y estaba todo engalanado para la ocasión.

Saliendo de la cueva, a mano izquierda, encuentras un letrero que indica el comienzo de la ruta.
Es una ruta lineal de aproximadamente 8km ida y vuelta. El terreno es llano sin desnivel, perfecta para hacer con niñ@s.
Lo más curioso y especial de este sendero es que durante el camino te vas encontrando con duendes, hadas, gnomos y diversos seres mitológicos y fantásticos que habitan en el bosque. ¡Pura magia! Yo lo disfruté como una niña


Todo el recorrido transcurre junto al río de la Marea. En diversos momentos de la ruta, puedes acercarte a su orilla y disfrutar de pequeñas cascadas.
Es un camino súper entretenido y bonito. Aparte de los seres del bosque también encontrarás puertas en los árboles y carteles con diversos mensajes. Toda esta ambientación tan chula ha sido creada por la artista Ángeles Cobián.
Hay un momento en el que llegas a una carretera, si deseas continuar la ruta, debes cruzar y seguir el camino a mano izquierda.
¡En este segundo tramo nos encontramos con un burrito muy simpático!

Desde el camino también pudimos observar el Roblón de Sotu, un roble enorme y frondoso.

Una de las cosas que más mola de esta ruta es que al regreso descubres elementos nuevos que no viste durante la ida. Quizá sea un búho en la copa de un árbol o una casita de gnomos entre unas piedras.

Al finalizar el paseo, decidimos hacer un picnic en el Área recreativa de la Cueva que se encuentra frente al santuario. Está genial porque ofrece un espacio grande con mesas, bancos y césped. Allí mismo fue donde aparcamos el coche. También hay un bar al lado por si quieres tomar algo y aprovechar para ir al baño.

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Aquí termina mi escapada “slow” a Espinaredo y alrededores. Fueron unos días muy disfrutones, donde pudimos perdernos en la naturaleza, descubrir paisajes idílicos y dejarnos atrapar por la magia del momento.
Deseo que este artículo a modo de diario pueda servirte de inspiración si deseas visitar esta zona tan bonita de Asturias.
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Gracias por aclarar la diferencia entre hórreo y panera, nunca he estado seguro.
La senda de la Peridiella me ha impresionado. Son muy graciosas las figurillas de duendes y no digamos las casitas de gnomos. El Área recreativa de la Cueva debe ser sensacional, sobre todo para los más pequeños. Me gustaría pararme a contemplar las pequeñas cascadas del río.
Tu post transmite paz y serenidad, cualidades que echo de menos hoy en día.
Gracias por compartir buen contenido.
Te invito a que visites marcosplanet.blog y comentes un post. Tu opinión será bienvenida.
Saludos
Muchas gracias por tu comentario Marcos. ¡Me alegra que te haya gustado! 😀
¡Un saludo!